Ser una persona emprendedora o freelance es un reto por un montón de razones, pero quizá lo más complicado es deshacernos de nuestra incomodidad con el dinero y decir, sin pena, “esto es lo que mi trabajo vale”. Tremenda proeza.
Para empezar, desde pequeños nos han enseñado que hablar de dinero es de mal gusto© y, aún peor, que quererlo es malo. Y si encima de todo eres millennial o una generación posterior, te han bombardeado con el mensaje de que mientras ames tu trabajo todo lo demás (cof cof, el dinero) no debe ser importante.
Dato curioso: todo esto es mentira.
1) Lo que es de mal gusto, y además súper irresponsable, es *no* hablar de dinero. Mientras más cómodo te sientas hablando de él, mejor.
2) El dinero sirve, entre otras cosas, para sobrevivir. Y si no sobrevives no te puedes dedicar a lo que amas. Es muy elemental, la verdad.
Y aunque me ha llevado años conseguirlo ahora soy evangelizadora incansable de pedir sin pena que te paguen lo que tu trabajo merece. Y ahora te contaré cómo.
Paso 1: Conoce el valor de mercado.
Si sabes más o menos lo que cobra tu competencia directa o indirecta y aquellos que tienen más o menos la misma experiencia que tú, se te quitará ese miedo de estar cobrando mucho o muy poco. Mandar una cotización con seguridad es un sentimiento muy subestimado.
Tip: No quieres ser la persona más barata del mercado (nada de trabajo low-cost, por aquí), y no tienes por qué serlo.
Paso 2: Especialízate.
No eres solo contador, eres contador para pequeños negocios. Y si quieres aún más, eres contador para pequeños negocios de emprendedoras sociales. PUM. Branding súper sexy.
Puede ser que te dé miedo, pero si te especializas te vas a convertir en la mejor opción en tu área, y seguramente se correrá la voz y todos los miembros de tu nicho objetivo irán a ti.
Paso 3: Haz el mejor trabajo posible, siempre.
Si siempre das tu cien por ciento y entregas resultados de calidad, los clientes confiarán en ti y pagarán lo que pides. Además, tendrás la seguridad de que un cliente que no te lo quiere pagar no es el cliente correcto.
¡Casi listo! Solo un consejo más: jamás trabajes por menos de lo que te hace sentir cómodo. Si sientes que estás cobrando muy poco, seguramente tienes razón. Aún si estás dentro del valor del mercado o el presupuesto de tu cliente, si el costo emocional de hacer el trabajo en cuestión te pesa más que lo que te están pagando, sé honesto y di que no… que eso también habla bien de ti.
© Todas las abuelitas, A.C.