Si hay algo en la vida que te hace sentir adulto es tu primera hipoteca. Puede ser que ya tengas una nómina, que tengas tus tarjetas de crédito, pero en tu vida financiera, nada te hace sentir “adulto responsable” como firmar ese contrato para adquirir una propiedad.
Cuando mi esposo y yo nos casamos decidimos que íbamos a rentar el primer año y que una vez instalados, y cubiertos los primeros gastos fuertes, decidiríamos si comprar casa.
Empezamos a ver el mercado y nos dimos cuenta que comprar la casa en la ubicación que queríamos y del tamaño que buscábamos no iba a ser posible en mucho tiempo. La alternativa: comprar una propiedad para poner en renta, que en el futuro nos pudiera solventar el pago de nuestra vivienda.
Después de consultar con algunas personas, nos convencimos que esta era una sería una buena alternativa siempre y cuando eligiéramos una propiedad que en el futuro incrementara su valor. Es decir, decidimos apostarle a la plusvalía.
Algunas personas buscan comprar en preventa y, aunque puede ser una buena alternativa porque te permite comprar más barato, tiene el problema de tener que esperar al menos un par de años a que te entreguen la propiedad. En nuestro caso tuvimos la suerte de encontrar una propiedad, recién desarrollada (pero ya terminada), con un valor no de preventa, pero con la gran ventaja de ya contar con inquilinos. Lo cual nos permitió empezar a pagar la hipoteca y cobrar la renta al mismo tiempo.
El proceso de búsqueda de crédito hipotecario no fue nada sencillo. Ni en el banco logramos que nos explicaran en términos simples qué nos convenía más. Al final nos decidimos por un crédito Cofinavit mancomunado, que quiere decir: una combinación entre el crédito del banco y el ahorro de la subcuenta de vivienda, más un crédito del Infonavit. Y lo de mancomunado, se refiere a que lo pagamos tanto mi esposo como yo.
Yo sé que suena complicado, y lo fue. Fueron muchos meses desde que el banco nos aprobó, hasta que pasamos todo el proceso de múltiples citas con el Infonavit. Finalmente llegó el día de hacer la transferencia del “enganche” antes de la firma de escrituras. No pueden imaginar ¡Qué momento más difícil! El sentimiento de ver 240 pagos quincenales en un documento interminable es abrumador. Saber que por los próximos 10, 15 o 20 años tienes una responsabilidad quincenal que será descontada de tu ingreso de manera forzosa, es una carga fuerte.
Fue así como mi esposo y yo decidimos que queríamos adelantarnos lo más que pudiéramos. Y para esto empezamos a pensar en “cómo ganarle al banco”…Pero ésa, es otra historia.